El manifiesto de Manzanares
El presente documento lo podemos englobar dentro de la categoría de los textos políticos, puesto que en él se exponen las ideas y los principios ideológicos de un grupo social. En este caso se trata de militares que acaban de dar un golpe de estado.
El texto aparece firmado por el general O`Donnell pero sabemos que su autor fue Antonio Cánovas del Castillo, en aquellos momentos sólo un joven y prometedor abogado pero que dos décadas después será la figura clave del periodo de la Restauración en España. Tal como se indica en el pie del documento fue emitido en la localidad de Manzanares, en julio de 1854 poco después del levantamiento producido en Vicálvaro y conocido como la Vicalvarada. Históricamente, situaremos el texto en el final de la Década Moderada, en el momento en que la política conservadora de Bravo Murillo había concitado un gran número de opositores. El destinatario del documento es el pueblo español al que pretende enviar un mensaje esperanzador y al que presenta sus propuestas.
La idea principal del texto es la presentación de una alternativa política a los últimos gobiernos de la Década Moderada.
Los sublevados plantearon una alternativa que se basaba en los siguientes principios:
- Mantenimiento de la Monarquía como forma de estado; con ello liberan a la reina Isabel II de la responsabilidad del mal gobierno culpando de ello a los políticos.
- Defensa del “régimen representativo”, es decir, del parlamentarismo en oposición a la política tecnocrática y antiparlamentaria llevada a cabo por Bravo Murillo.
- Completaba su programa electoral con la solicitud de reducción de impuestos y alguna concesión a cuestiones meramente militares como el compromiso de respeto de la “antigüedad y los merecimientos” en las promociones y ascensos.
- Para asegurar el cumplimiento de este programa pretendían volver a poner en funcionamiento la “Milicia Nacional”, un cuerpo de voluntarios de ideología liberal y que se ocuparían de preservar esas ideas.
Finalmente, O`Donnell y sus seguidores establecían los pasos que debía seguir el proceso, una vez triunfase la sublevación. De las Juntas de Gobierno provinciales se pasaría a la convocatoria de las elecciones a Cortes que establecerían el triunfo de las ideas liberales y de la “voluntad popular”
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